¿Alguna vez se han
preguntado qué define la forma en qué leemos? ¿Habrá características de cada
individuo que predispongan el tipo de lectura que puede hacer? En el
texto "Leyéndo(nos) nosotras mismas: hacia una teoría feminista de la
lectura" ubicado dentro del libro Otramente: lectura y escritura
feministas Patrocinio P. Schweickart menciona algunos aspectos al
respecto.
Parte de mostrar lo que ocurre con la interpretación en tres textos: Una
habitación propia de Virginia Woolf, The Autobriography of
Malcom X de Malcom X, y la conferencia inaugural de “Arts and Scandals
1982” de Wayne Booth. Así, encuentra que haciendo una lectura
que excluya aspectos tales como la raza, clase y sexo, se está constituyendo
una experiencia de lectura utópica. Empero, la crítica de respuesta del lector
debe considerar esa parte de la realidad histórica, puesto que, como se halla
en J. Culler, “la experiencia de la literatura depende de las cualidades de una
persona lectora”.
Luego menciona que la crítica feminista dentro de la literatura ha
tomado dos caminos: “el análisis y la discusión de críticos” (énfasis en la
mujer como lectora), y “la ginocrítica” (énfasis en la mujer como escritora).
En la primera se hace una lectura feminista de textos escritos por hombres,
mientras que en la segunda la lectura es sobre textos escritos por mujeres.
Asimismo, este tipo de critica es una forma de praxis, es decir, no
es solamente interpretar la literatura en modos diversos, sino “cambiar el
mundo”.
Para el feminismo, la cuestión de cómo se lee está ligada a qué se lee;
así, comienza por notar que el canon literario es androcéntrico y esto
repercute seriamente en las lectoras, puesto que dicho tipo de literatura
conforma la experiencia de lectura de forma distinta según el género del
lector: para el lector masculino, el texto desempeña el papel de lugar de
encuentro entre lo personal y lo universal debido precisamente a su género,
mientras que en el caso de las mujeres se les enseña a identificarse con un
punto de vista masculino, así como consentir como adecuada una cadena de
valores que se basa en la misoginia, es decir, es un “llamado a identificarse
como hombre al mismo tiempo que se le recuerda que el ser hombre –el ser
universal– es ser no mujer”. Lo anterior plantea un proceso de
inmasculación de las mujeres por parte de los hombres.
Empero, pese a ello, las mujeres se siguen sintiendo atraídas por esos
textos, ya que se hace una inversión de papeles pero manteniendo la visión
utópica y, por ello, en tanto que se haga esta reconfiguración feminista, se
seguirán cautivando por el texto.
Entonces, sobre este tipo de textos de carácter masculino, se plantea
que deben ser analizados con una hermenéutica bipartita: una hermenéutica
negativa que devele su complicidad con la ideología patriarcal, y una
hermenéutica positiva que recupere el momento utópico (el verdadero centro) en
el que se ubica una parte importante de “su fuerza emocional”.
Desde mi punto de vista, como lectora, las mujeres al aproximarnos a una
obra rescatamos ese "valor universal" de la obra y vamos más allá de
pensar si es un hombre o una mujer quien lo escribió. Asimismo, no considero
que que la mejor solución sea leer únicamente libros escritos por mujeres
puesto que se perdería la obra tan importante y nada deleznable de
muchos hombres, además de que no creo que sea necesario negar la realidad ajena
para afirmar la propia y, por ende, excluir a otros para legitimar no es la opción.
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